CONCERTACIÓN
FACULTAD PARA EL DESARROLLO DEL PROPÓSITO
 
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*EL GRAN MANDAMIENTO

La pregunta más importante.*

En el Evangelio según Mateo, la Biblia menciona que un intérprete de la ley fue a ver a Jesús. Cuando llegó y se presentó ante el Salvador, el

Hijo de Dios, le hizo una de las preguntas más importantes de todo el mundo. Aunque no en las mismas palabras, le dijo, "Señor, en la Biblia

hay muchos mandamientos". Los judíos han clasificado las leyes de Dios y encontraron 613 diferentes mandamientos en el Antiguo Testamento.

"Entiendo que debemos obedecer estos mandatos, pero tengo una pregunta", continuó. "De los 613, ¿cuál es el más importante? ¿Cuál es el mandamiento que el Hijo de Dios diría que le pusiéramos más atención?

¿Cuál es el que debemos poner en primer lugar en nuestras vidas?"

 

*El primero y gran mandamiento*

Jesús respondió al fariseo diciéndole, según Mateo 22:37-38, "... Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu

mente. Este es el primero y gran mandamiento."

 

 

De todos los mandamientos que Dios ha dado en Su Palabra a toda la humanidad, Jesús explicó claramente que éste era el más importante. Dijo

que, sobre todo lo demás, debemos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente. Jesús enfatizó la importancia de este mandamiento cuando dijo que toda la ley

y los profetas dependían del mismo. Mateo 22:37-40

 

*Algunos antecedentes*

Cuando Jesús dio este gran mandamiento, hizo referencia directamente al libro de  deuteronomio. Al desarrollar un mejor entendimiento del trasfondo histórico y cultural del pasaje será más útil en nuestras

vidas. Nuestra cultura occidental actúa algunas veces como una barrera que nos impide entender las Escrituras, ya que éstas fueron escritas dentro del contexto oriental. Hay muchos conceptos orientales que

pertenecen a la vida cotidiana de esa cultura y que son claramente comprensibles para los que viven en ella, pero pueden ser confusos para

personas con trasfondo occidental. Igualmente, para los de procedencia hebrea puede ser muy fácil entender los pasajes de la Biblia por su

práctica común y herencia cultural. Mientras que, para los de cultura occidental, los mismos pasajes pueden necesitar una amplia explicación.

El Salmo 78:5-7 nos sirve como un ejemplo excelente para este dilema cultural. "Él estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus

mandamientos." El "testimonio" o "ley" del salmista en el versículo cinco no es fácil de entender para las mentes occidentales. Esta falta

de familiaridad deja al lector occidental imaginando qué es exactamente

lo que dice el testimonio o ley que debe notificarse y enseñarse a los hijos. Esto nos aclara que el entendimiento de los antecedentes

históricos y culturales de las Escrituras es necesario si queremos entender el significado de la Palabra de Dios en toda su extensión. Un

estudio nos revela lo que el pensamiento hebreo da por hecho: el "testimonio" o "ley" al que el salmista se refiere es, seguramente, la

ley que encontramos en el capítulo seis de Deuteronomio. Esta parte de la Escritura es conocida como el Sheema, lo que significa "escuchar".

Los israelitas sabían lo importante que era para el hombre escuchar y obedecer este gran mandamiento del Señor. Este pasaje de la Escritura es, además, el mismo pasaje al que Jesús se refirió cuando contestó al

fariseo la pregunta sobre el Gran Mandamiento. Cuando consideramos la importancia de este pasaje para los Israelitas, aunado al hecho de que Jesús mismo se refirió al versículo cinco de este pasaje como el gran mandamiento, es cuando entendemos, con toda claridad, que verdaderamente es el más importante.

 

*Una mirada cercana*

Necesitamos estudiar cuidadosamente esta orden, declarada por Dios,

originalmente a los israelitas, y que más tarde Jesús remarcó como el Gran Mandamiento. Cada padre, como cualquier individuo que tiene el

privilegio de estar envuelto en la educación de un niño, debe tomar esto seriamente. Dios nos dio Su Palabra para que tuviéramos el privilegio de obedecerla y alcanzar una vida plena y feliz. Debemos entonces, por el bienestar propio y el de nuestros hijos, mirar más cerca al Sheema de

Deuteronomio, capítulo seis. Con nuestras ideas occidentales, pensamos que Deuteronomio 6:5 es, en resumen, el Gran Mandamiento. Muchas veces hemos escuchado esto, por lo que en nuestro pensamiento el Gran Mandamiento inicia y termina con este versículo. Sin embargo, la mente israelita no responde de esta forma. En el hebreo escrito no existen puntos, signos de interrogación, ni comas, por lo que podríamos

preguntarnos: ¿cómo pueden saber, entonces, cuándo se termina un enunciado? Ellos lo saben por la estructura gramatical del escrito. Las

oraciones en hebreo no son cortas y sencillas como generalmente lo son en español. Una oración en hebreo puede ser como un párrafo, sobre todo, si el texto es de mucha importancia. Esta es la situación que podemos ver en el capítulo seis de Deuteronomio, la oración comienza en el versículo cuatro y no se detiene hasta el versículo doce. Esto puede notarse, hasta cierto punto, en la traducción al inglés. En la lectura, si suprimimos mentalmente los signos de puntuación, el sentido del enunciado se aclara usando la conjunción "y". Cada versículo, del cinco al once, empieza con esta palabra.

 

Esto muestra que el lector no puede encontrar el final y debe seguir leyendo. Leamos el pasaje y notemos el número de veces que la palabra

"y" aparece. "Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy,

estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y

cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales en tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y

en tus puertas. Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades

grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, y viñas y

olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de

servidumbre." Deuteronomio 6:5-12

 

Podemos encontrar la conjunción "y" un total de veinte veces, pero el número exacto de esta conjunción no es lo importante, el contexto

principal que hay detrás de esto sí es lo importante. ¡El pasaje completo es el equivalente a una oración en hebreo! En el espacio de esta oración en hebreo, el Señor menciona los principios del Gran Mandamiento, lo explica, lo ilustra y culmina con palabras de precaución para aquellos que se olviden del Señor. Es importante recordar que en el

lenguaje original se expresa todo como un conjunto en el contexto. No es algo para tomar por partes escogiendo y quitando lo que no nos agrada y dejando el resto. No obstante, cuántas veces nos hemos disculpado en el contexto del Gran Mandamiento y hemos olvidado completamente poner atención en los "cómos", "por qués" y "para qués" que son importantes en

este pasaje. Si queremos cumplir este mandato de amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma y mente, entonces debemos descubrir qué es lo que la Biblia dice sobre la forma en que debemos hacerlo.

Podemos hacer esto si estudiamos el Gran Mandamiento en su contexto completo de Deuteronomio 6:1-12. El versículo uno dice: "Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó

que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla."

 

¿Qué beneficio obtendremos si seguimos este mandato? "...para que tus

días sean prolongados." He aquí la clave de tener una larga vida: guardar los principios de la ley de Dios. Esto es realidad tanto en las personas como en las naciones, como el versículo tres revela. "Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres." Para que una nación sea grande política, cultural, económica, militar, legal y agrariamente, debe obedecer y mantenerse en la Palabra de Dios. Estos principios deben ser implantados

profundamente en la ley y en la cultura de un pueblo para producir una nación grande y próspera. Ésta es la razón por la que América fue

prosperada en el pasado, y por la que está cayendo su grandeza en la actualidad. A medida que nuestra nación obedezca o ignore estos

mandatos, será bendecida o juzgada por Dios. Debemos volver a la Palabra de Dios y detener las prácticas que estén fuera de la Palabra de Dios.

La Biblia debe ser la base de la sociedad en nuestra cultura. En el versículo cinco encontramos el Gran Mandamiento: "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas." Deuteronomio 6:4-5

 

Después de la frase inicial con la que Dios nos manda a "amarle de todo tu corazón, ...alma, y ...fuerzas," la Escritura continúa, "Y estas

palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón." El mandato es claro: debemos amar al Señor con cada parte de nuestro ser. Es  imposible poder amar a alguien verdaderamente hasta que lo conozcamos. Todo lo que conocemos de Dios proviene principalmente de la Biblia. Por consiguiente, es necesario que estemos íntimamente relacionados con la Palabra de Dios, guiando nuestras vidas en los caminos de nuestro Padre,

Su corazón, Su mente, y conociendo todo acerca de Él. Cuánto más le conozcamos verdaderamente, más estaremos seguros de cuánto le amamos.

¿Cómo podemos poner las Palabras de Dios en nuestros corazones? Debemos empezar conociendo a Jesús en forma personal y luego, literalmente, debemos poner la Palabra de Dios, la Biblia, en nuestros corazones.

Debemos estudiarla, meditarla, memorizarla y, sobre todo, aplicarla.

Entonces diremos como el salmista: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti." (Salmo 119:105). Percibe la gran

interrelación que hay entre amar a Dios y esconder Su palabra en nuestros corazones. Ahora, examinemos la siguiente frase de la

Escritura: "...y las repetirás a tus hijos..." ¡Todo está perfectamente unido en un hermoso cambio para nuestra vida, y también para nuestra

nación! El mandato es amar al Señor, el "cómo" es poner en nuestros corazones Su Palabra, las siguientes frases nos dicen cómo exactamente

podemos mostrar estos valores, estilo de vida e ideales de Dios a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos de las siguientes generaciones.

 

"...enséñalas a tus hijos..." ¿Cómo se supone que debemos hacerlo? La Escritura menciona todo lo que necesitamos para poder pertenecer a una

vida llena, completa y gozosa en Dios, y seguramente no se queda tan corto; nos da las instrucciones más importantes. La siguiente frase explica e ilustra cómo debemos enseñar a nuestros hijos con diligencia. "...y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes..." En otras palabras, aun si estamos en casa o afuera, aun si es temprano o tarde, aun si estamos trabajando o descansando, o aun si estamos realizando cualquier actividad, debemos

enseñar diligentemente a nuestros hijos acerca del Señor y Su magnífico amor. "Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales

entre tus ojos." En los tiempos bíblicos el hombre judío cumplía esta instrucción literalmente, llevando filacterias. Las filacterias usadas en la frente eran los frontales y se ponían entre las cejas; contenían papiros con porciones de la Escritura incluyendo Deuteronomio 6:4-9. De esta forma estaban recordando constantemente la Palabra de Dios y sin

duda, cada vez que un niño veía a su padre y veía el frontal, recordaba la Palabra de Dios de la misma manera. Otra filacteria se llevaba en el

brazo izquierdo de una forma similar. Igual que el hombre judío mantuvo siempre la Palabra de Dios ante él, así debemos guardar Su Palabra

siempre ante nosotros para que esté levándonos y guiándonos siempre, siendo una lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino.

 

Cuando estamos constantemente en los caminos del Señor, nuestros hijos notarán siempre que Dios en Su verdad y Su amor hace que los caminos de nuestra vida brillen, por lo que debemos hacer de Su Palabra algo vivo

en nuestras vidas diarias para tenerla como señal en nuestras manos y como frontales en nuestros ojos.

 

¿El Gran Mandamiento de la Escuela Dominical?

Deuteronomio 6:7 ha sido llamado por muchos "El Gran Mandamiento de la Escuela Dominical". Estamos convencidos de que debemos tomar la Palabra de Dios para enseñarla a nuestros hijos en la Escuela Dominical, pero, como podemos ver claramente en la continuación del texto, no es exactamente lo que Dios nos manda. De hecho, ¡no es ni cerca de lo que El quiere que hagamos! Dios nunca dijo que quería que esto fuera un "Mandamiento de Escuela Dominical". El nos mostró, de cualquier forma, que quería que hiciéramos de esto un "Mandamiento Diario" y quiere penetrar cada esfera de nuestras vidas en cada día que vivimos. El mandamiento de Dios es de querer Su Libro, la Biblia ­ el único libro que ha sido escrito por Dios, y el único que pasará la prueba de la eternidad ­ como lo único deseado para enseñar diligentemente a nuestros

hijos no sólo los domingos, sino también el lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado. ¡Dios nos manda enseñar con profundidad y diligentemente! El domingo llevamos a nuestros hijos frente a cristianos

devotos y les decimos a los que son maestros, "asegúrate de dar a mi hijo firmes instrucciones basadas en la Palabra de Dios. Asegúrate de

enseñar diligentemente este Libro a mi hijo para que aprenda a sostenerlo como lámpara a sus pies y lumbrera a su camino. Enséñales que

este Libro les instruirá en su camino y en la manera en que deben andar, guiándolos para que lleven una vida llena". ¿No es cierto que cuando llega el lunes y llevamos a nuestros pequeños frente a un maestro inconverso pretendamos aún que honre la Palabra de Dios? Llevamos a nuestros hijos a lugares en donde la Palabra de Dios es hablada e instruida con denuedo pero que difiere de todo lo que les hemos enseñado en casa y en la iglesia acerca de la vida. Dios nos ha dicho que nunca, pero nunca debemos permitir que esto suceda. Él nos ha mandado que enseñemos a nuestros hijos diligentemente a amar al Señor en cada área

de sus vidas, con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas. ¡Ésta debe ser la prioridad principal!

Inicia temprano, inicia fácil

Ahora que hemos establecido una absoluta necesidad de una enseñanza con devoción, lógicamente tendremos esta pregunta en mente: "¿Cuándo comienza esta enseñanza?", "¿Debería empezar en el jardín de niños, primaria, secundaria o preparatoria?" En su fidelidad, Dios contesta esta pregunta en Isaías 28:9, donde dice: "¿A quién se enseñará ciencia,

o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿a los arrancados de los pechos?" Debemos empezar enseñando ciencia y doctrina

desde que el niño es destetado. ¿A qué edad es esto? Suele variar de niño a niño, pero un promedio puede ser aproximadamente un año. Así que, cuando el niño tiene aproximadamente un año, debemos comenzar a enseñarlo y guiarlo acerca de la ciencia y la doctrina. Ciencia es algo

que relaciona la vida en general, mientras que doctrina tiene que ver con las cosas de Dios. ¡Por supuesto que no significa que debemos cargar

a nuestro bebé y citar la teoría de la relatividad de Einstein o dar una profunda explicación teológica de estudios sobre el griego y hebreo!

¡Eso sería una escena ridícula y divertida! La manera apropiada de enseñar e instruir a un niño se describe en el siguiente verso de Isaías

28:10, que nos dice: "Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá." Debemos comenzar a guiar la vida de nuestros hijos con devoción, en una manera simple y repetida. Empecemos con lo más simple y finalmente avancemos hacia lo más complicado construyendo línea por línea, precepto por precepto. 

 Instruyendo a un niño

Tal vez uno de los versículos más famosos en la Biblia acerca de la instrucción del niño, se encuentra en Proverbios 22:6, que señala:

"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." Encontrando el verdadero significado de este versículo, es

importante observar un concepto erróneo que comúnmente encontramos. Sin duda, cada pastor se encuentra con padres que vienen con corazones rotos y heridos por sus hijos caprichosos. Probablemente dirían, "Pastor, por

favor ore por mis hijos; cuando eran pequeños los llevamos con devoción a la iglesia y ahora que han crecido y han salido de la universidad, se han alejado del Señor. Sé que ahora están viviendo una vida desenfrenada, pero sé que algún día van a volver, así como la Biblia

dice que lo harán. Ore por ellos mientras esto sucede, por favor". Una respuesta común para el pastor, ante esta cuestión, sería: "Por supuesto

que oraré por ellos, también me gustaría verlos cuando estén en la ciudad. De cualquier manera, ¿a qué parte de la Escritura se refería cuando mencionó que Dios dijo que se irían y luego regresarían?"; estaban pensando en Proverbios 22:6 como respuesta. Muchos padres citan

Proverbios 22:6 con una idea errónea. Como mucha gente, ellos pueden pensar que este versículo significa que si llevan a sus hijos a la

iglesia, aunque vivan los hijos una vida de pecado por un tiempo, después regresarán al camino del Señor. De cualquier forma, ¡este pasaje no nos enseña esto! En hebreo, el versículo dice literalmente que "...mientras esté creciendo, no se apartará de él." Es el quivalente a un tiempo progresivo y no a un tiempo futuro. El concepto no es que se apartará y luego volverá en un tiempo futuro, más bien dice que no se

apartará mientras continúa y progresivamente esté creciendo. La Palabra de Dios es un libro de promesa, pero también es un libro de mandato.

Nosotros sabemos que entendemos la promesa en Proverbios 22:6 como condicional, en otras palabras, hay una certera condición que debemos conocer antes de que esta bendición llegue a la vida de nuestros hijos; la condición es que debemos "instruir al niño en su camino... "

¡Deja de Escuchar la Enseñanza...!

Recuerda la frase en Proverbios 22:6 que dice: "...en su camino..." Eso incluye todo lo que Dios considera importante en Su Palabra. Eso incluye

todos los mandamientos, estatutos y decretos del Señor tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento. Además, según Proverbios 19:27, también excluye todo lo que no está de acuerdo a la Palabra de Dios. "Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría". No es simplemente que el niño sea enseñado con principios bíblicos, sino que también sea apartado de todo lo que es contrario al camino en que debe ir. ¿Eso significa que debemos tener cuidado de no exponerlo a un poco de humanismo, un poco de teoría evolutiva o un poco de todos esos conceptos no bíblicos? ¿Aunque nuestros hijos no entiendan

"como es el mundo"? ¡Sí, eso es exactamente lo que dice! Fíjate lo que el versículo no dice: no dice "sería mejor si no lo escucharas", o "te

recomendaría que no lo escucharas"; dice claramente "¡Cesa de escucharlas"!

 

School of Tomorrow

ACE, Inc.,1999


 
 

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